La creación del Ministerio de Cultura es un hecho que ha despertado diversas opiniones, unas en contra y otras a favor.
Nadia Chávez Carhuancho
El espíritu que recoge el Ministerio de Cultura parece no hacerle mucho espacio a la cultura viva de nuestro país ni hacerle muchas expectativas a los verdaderos cultores y promotores de las actividades artísticas. Quizá para unos el arte sea su negocio; para otros, sea una estupenda forma de dar su talento por amor al arte.
Es evidente que la “cultura” en nuestro país es una riqueza asombrosa. Tiene muchos rostros. Conocerlos, relevarlos y difundirlos es una función primordial que el estado cumple poco o nunca. Por eso considero que hablar del Ministerio de Cultura antes de abordar esta realidad y encararla con decisión y apertura es un sinsentido. ¿Ministerio de cuál cultura? ¿Qué? ¿Para quiénes?.
Sin embargo, la criatura está nacida y sólo quedan las propuestas y ya no las pataletas.
El Perú y su gran diversidad cultural
Hay muchísimo que hacer (como dijo Vallejo) y tan sólo una luz de esperanza, como es un claro ejemplo; s el programa “Presencia Cultural”, el cual es un espacio que nos da alguito del gran back ground que tenemos en muchas variedades. ¿Por qué no se invierte en la cultura del mismo modo que se hace con el “deporte”?. Sobre todo porque las manifestaciones culturales son siempre gratuitas para el público, lo cual se hace para que haya una asistencia masiva.
Cuando se comprueba que no existe un claro criterio respecto al Ministerio de Cultura, habría que comprender que los rangos de aceptación o rechazo parecerían reflejar cierto desconocimiento que podría asociarse a la poca difusión que viene teniendo el tema y al hecho de que no ha ingresado aún al colectivo ciudadano.
Además de ser un ministerio indigente: no cuenta con su propia partida presupuestal. Apenas si le han asignado lo correspondiente a uno de los vice ministerios, dándole lo que correspondiera al fenecido Instituto Nacional de Cultura (INC).
Creo que los medios también tienen responsabilidad en esto. La presencia de las artes en sus páginas o programas siempre es mínima y recargada de un aura “solemne o extranjerizante” que convierte a las manifestaciones artísticas en algo prohibitivamente elitista. Y de alguna manera, la educación artística que se imparte en los colegios, con notables excepciones, apunta a una noción de “cultura” impositiva y distante.
La labor está en romper estas barreras, en replantearse seriamente postulados que nos vienen de demasiado lejos, en el tiempo y en el espacio. En asumir que los factores que impiden que el Perú sea realmente una nación son los mismos que tiñen nuestra noción de cultura.
Por ello, es necesario que los, pintores, escultores, actores, escritores, poetas músicos y danzarines, formen parte de una plana de recursos humanos capaces de llevar adelante los diversos proyectos que se propongan para la promoción de las artes, ya que son precisamente ellos los encargados de llevar el mensaje de creatividad y elevación espiritual que nuestro pueblo tanto necesita.
Por lo cual, debemos trabajar por la dignificación de la labor del artista, quien deberá ser capaz de ofrecer sus productos a un público que debe ser persuadido poco a poco que el saber es hermoso, que es una de las formas de alcanzar la dicha y la realización personal; que el arte y la cultura nos hacen mejores personas y mejores ciudadanos y nos ofrecen posibilidades de crecimiento como país, como sociedad, que sería criminal ignorar nuestra propia y variada riqueza como país civilizado de antigua tradición histórica.
El Perú cuenta con una gran riqueza, diversidad y potencial creador, no olvidemos que la cultura es importante en la construcción de dignidad social y sentido de pertenencia, además de resaltarlo como gran eje potenciador de nuestra identidad y de desarrollo nacional. Sin embargo se debe tener cuidado de que este ente que regirá los destinos de la cultura en nuestro país, no se convierta en un aparato político y burocrático.

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